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lunes, 10 de octubre de 2011

Donde se guardan los libros: Bibliotecas de escritores, de Jesús Marchamalo


Siruela acaba de editar el nuevo libro bibliófilo de Jesús Marchamalo, titulado Donde se guardan los libros. Bibliotecas de escritores, tras Córtazar y los libros y Tocar los libros.



Tres títulos con la palabra “libros” muestran cuál es la pasión de este autor, pasión compartida por los escritores a los que visita para que le muestren sus bibliotecas, entre ellos, Savater, Vila-Matas, Puértolas, Rico, Trapiello, hasta un total de veinte escritores de expresión castellana.

Desde luego, las recientes decisiones de Ikea de vislumbrar un futuro sin estanterías para libros no se aviene para nada con las fotos aquí reproducidas, donde vemos verdaderos muros de libros, compañeros de vida de los escritores, a veces acomodados entre maderas, pero muchas otras apilados por todas partes.

Las fotos personales y objetos singulares refuerzan el fetichismo que hace que la biblioteca de uno sea como una extensión de sí mismo, una coagulación del alma lectora en el exterior amueblado. Me han encantado los hipopótamos en miniatura en la biblioteca de Vargas Llosa, como si esa naturaleza casi anfibia le viniera bien al lector, que tiene una parte de su mente en la realidad ordinaria y otra en el mundo de letras e imaginaciones de la literatura, que en sus mejores momentos proporciona experiencias de placer auténtico: mundos que a veces se iluminan mutuamente, aunque la opacidad campe a sus anchas.

En la librería tuvimos un libro editado por Yale University Press en el que se mostraban las bibliotecas de varios arquitectos contemporáneos, y para noviembre se anuncia en la misma editorial un Unpacking my library. Writers and their books, en el que podremos curiosear en las bibliotecas de Jonathan Lethem, Junot Diaz, Edmund White, el crítico James Wood y su mujer, la novelista Claire Messud, entre otros. El título de la serie, Desempaquetando mi biblioteca, proviene de un famoso artículo de Walter Benjamin, que nos cuenta de los libros colocados en estanterías como fruto del "aburrimiento del orden" o como un círculo mágico rodea a los libros muy queridos. Esperemos que esa magia, como la de Harry Potter o la de Giordano Bruno, que no es más ni menos que los dados de las vidas posibles zumbando en la imaginación al lado o al fondo de la vida real, no se detenga o en todo caso, se detenga cuando cada lector lo decida.

José, de Laie Pau Claris

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